Enraizamiento

Llamamos enraizamiento a un ejercicio que combina la relajación y la visualización y que nos permite centrarnos en nosotros mismos, predisponiéndonos hacia el trabajo mágico o la posterior meditación. Para realizar este ejercicio debemos buscar un momento del día y lugar donde no seamos interrumpidos por personas, teléfonos... El echo de relajarnos, en muchos casos, baja la temperatura corporal, por ello mantendremos la habitación caldeada o nos haremos con una manta. Si se desea ambientar el conjunto con una vela, incienso y música relajante también es adecuado aunque no imprescindible. Ahora toca decidir si hacemos el ejercicio tumbados, sentados en una silla o en el suelo con las piernas cruzadas. Es normal que al principio no sepamos muy bien qué postura escoger, así que mi consejo es probar varias formas hasta dar con la que encaje con nosotros. Hay quien al tumbarse es más propicio a dormirse, a otros les va de maravilla.

Procedimiento:

Cerrar los ojos y hacer tres respiraciones profundas.

Relajar el cuerpo por fragmentos: Empezando por los pies ir subiendo por piernas, rodillas, muslos, cintura pélvica, abdomen, tórax, hombros, brazos, antebrazos, manos, cuello y cráneo. Nos detenemos en cada fragmento y sentimos como se relaja. Podemos hacer uso de la respiración relajando cada fragmento a la vez que se exhala el aire de los pulmones.

Ahora que ya estamos relajados visualizamos como de las plantas de nuestros pies emergen de forma natural unas raíces que se van sumergiendo en la tierra. A medida que avanzan las vamos observando. ¿Cómo son? ¿Delgadas, gruesas, avanzan lentamente o con rapidez, son muchas o pocas, hay algunas principales y otras secundarias o por contra van todas juntas, qué hacen cuando encuentran un obstáculo? Este ejercicio de visualización y observación nos sirve para saber cómo estamos nosotros en este momento de nuestra vida y nos sirve como fuente de autoconocimiento.

Con la práctica, el objetivo será llegar a visualizar como nuestras raíces entran hasta el núcleo terrestre, visto como una esfera de cálido fuego.

Una vez las raíces llegan allí dejamos que hagan lo que mejor saben hacer, absorber los nutrientes, en este caso en forma de energía pura. Vemos como esa energía cálida y dorada va ascendiendo hasta llegar a las plantas de nuestros pies. Ahora, igual que en la relajación, vamos viendo como esta energía nos va llenando por segmentos empezando por los pies hasta llegar a la cabeza.

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El ejercicio termina aquí, ahora estamos centrados, relajados y enraizados, listos para hacer otro tipo de prácticas. El enraizamiento no sólo se puede hacer desde la planta de los pies, también se puede hacer desde el primer chackra o incluso desde el corazón. Para saber desde donde es mejor enraizarte ve probando hasta dar con lo que mejor se ajuste a ti.

Este ejercicio también sirve como limpieza energética, pero para obtener los beneficios de una limpieza total deberás seguir con el ejercicio de elevar las ramas. En un principio, las raíces no  deben replegarse nunca, pues son nuestro sistema de reciclaje. Si en cualquier momento sentimos malestar, intrusiones o energía negativas de algún tipo, podemos desechar eso que nos altera visualizando como llevamos esta sensación hacia abajo, hasta las raíces que lo llevaran hasta la tierra para que sea reciclado y expulsado de tu ser. Esto evita interferencias en los trabajos mágicos y una mayor efectividad. Es un paso que los que llevamos tiempo en el camino a veces olvidamos, y cuando lo recuperamos sentimos rápidamente los beneficios que conlleva.