El Diván del Ocultista

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    ¿Cuál es tu historia?

    Sruth
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    Mensajes : 12
    Fecha de inscripción : 27/01/2014
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    ¿Cuál es tu historia? Empty ¿Cuál es tu historia?

    Mensaje por Sruth Lun Ene 27, 2014 3:15 pm

    Hasta dónde yo entiendo, todas las personas que se interesan por la sanación, llegan después de una historia transformadora. ¿Quieres compartirla con los demás? Yo os dejo la mía:

    Durante el verano de 2012, decidí que, de una vez por todas, quería hacer el Camino de Santiago. Apenas tenía dinero, y no tenía mucho tiempo, pero, como tampoco estaba seguro de si alguna vez iba a volver a tener tanto tiempo libre, me lié la mochila al hombro, y me lancé al vacío.

    El viaje fue toda una experiencia, en muchos sentidos. Pero me quedo, de entre todo lo que sucedió con una historia que terminó de adentrarme en la sanación energética.

    Estaba ya bastante cerca del final de mi peregrinación, y, en un pueblo en mitad de ninguna parte llamado Ferreiros (vale, está en Galicia, entre Sarria y Portomarín) me encontré con una peregrina que conocí días atrás. Era italiana, y tenía molestias en las piernas, ya cuando nos encontramos en Villafranca del Bierzo, varios días atrás. Pero sus molestias habían ido a peor, y en La Faba, justo antes de O Cebreiro, probó por primera vez un tratamiento de arcilla en los gemelos, de parte de unas hermanas muy simpáticas. Nada parecía haber funcionado, y ese día apenas pudo andar diez kilómetros, antes de rendirse.

    Casi obligada por una amiga común, una peregrina coreana que conocimos días atrás, decidió permanecer en Ferreiros, y "ver qué pasa". Yo, impelido quizá por el destino, decidí quedarme con ella y hacer noche allí, aunque mi plan era avanzar hasta Portomarín para encontrarme allí con otro amigo del camino. No sabía qué, pero intuía que podía hacer algo para animar a la muchacha y quizá ayudarle a ver esas cosas que nos enseña la casualidad.

    Así pues, pagamos nuestra cama y después de la ducha y deshacer las maletas, buscamos un lugar tranquilo en el que charlar. Finalmente nos adentramos en un pequeño bosquecillo que había junto al albergue, y hablamos sobre la necesidad de ser flexibles en los planes, porque las circunstancias de cada momento no se pueden prever y hay que ser capaces de adaptarse a ellas, cosa que parecía ser lo que mi compañera necesitaba aprender, porque se hallaba terriblemente turbada ante la necesidad de aquél descanso forzado.

    Cuando, por enésima vez, se quejó de las piernas, me ofrecí, no sé muy bien por qué, a darle un masaje. Estaba un poco nervioso porque la chica era preciosa, y no quería que pensara que mi oferta de ayuda era interesada y falsa, pero ella aceptó con una sonrisa, y, para mi sorpresa después del masaje pareció encontrarse mucho mejor. Tan es así, que fue capaz de andar los casi trescientos metros que nos separaban del bar, bajando una inclinada pendiente. Yo me encontraba perplejo, porque jamás había dado un masaje a nadie, y menos uno tan complejo, pero cuando empecé a dárselo, mis manos sabían exactamente cómo moverse.

    Cuando terminamos de tomarnos el té, volvimos a nuestro provisional retiro, y ella me dijo que ahora lo único que le molestaba era el tendón del gemelo, que era lo que más le preocupaba porque muchos peregrinos le habían dicho que podía ser una tendinitis, y que eso sólo se curaba con tres o cuatro días de reposo, pero que si descansaba no llegaría a Santiago a tiempo de coger su avión de vuelta a casa.

    Yo, que había ido conectando con mi lado espiritual a medida que me acercaba a Santiago, pensé en tratar ese mal mediante una transferencia de energía y visualización (porque dar un masaje en un tendón no me parecía buena idea sin saber cómo hacerlo). Nunca lo había hecho, pero en aquél momento sabía que era lo que tenía que hacer, así que, aterrado de que pensara que era un tío raro, se lo propuse, y de nuevo para mi sorpresa, ella aceptó.

    Yo fui guiándola en inglés, para que visualizara un punto de dolor, de cualquier forma y color, mientras yo le tocaba el tendón, con delicadeza, y trataba de visualizar la molestia, la zona inflamada. Al parecer conecté al instante con ella porque empecé a visualizar lo que ella me decía antes de que lo dijera, los mismos cambios en la figura y el color. Proyectando energía con mis manos y diluyendo esa forma etérea con mi mente, fuimos haciendo que el dolor desapareciera. Al cabo de unos veinte minutos, di por terminado el proceso, y le pregunté cómo se encontraba. Ella sonrió, me abrazó y se levantó de un salto, dejándome con los ojos como platos.

    El día siguiente andamos cerca de veinticinco kilómetros, el siguiente treinta, y así hasta que finalmente llegamos a santiago, sin que a ella le molestara el tendón en ningún momento. Aun así le di un masaje por día, para prevenir que la carga muscular le causara más problemas. Así es como ella me llamó su milagro, su ángel, y yo me di cuenta de lo que había hecho.

    Cuando volví a casa, busqué cursos de Reiki por mi zona, y encontré uno que empezaba en Enero, me apunté inmediatamente. Seguí aprendiendo y practicando hasta que me saqué la maestría de Reiki Usui Tibetano.

    Eso es todo amigos, espero que os animéis y compartáis más historias,

    Un saludo,
    Sruth.

    Edito por cuestiones de formato.

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